La ventaja de Internet, la descentralización, es también una debilidad frente a los virus

 

EE UU, 1962. Los ciudadanos viven atemorizados ante una guerra atómica que parece inminente. Y el Gobierno se pregunta cómo recomponer la sociedad el día después de un eventual holocausto nuclear. Los sistemas de integración estándar —el teléfono y la red básica de control militar— quedarían inutilizados. Los supervivientes a un ataque nuclear permanecerían aislados en pequeños grupos, como los protagonistas de The Walking Dead, aunque sin zombis.

 

Paul Baran, un ingeniero de la Corporación RAND que asesora al Pentágono, ofrece una respuesta innovadora: una red descentralizada que permita las comunicaciones entre distintos puntos sin que tengan que pasar por un centro siempre vulnerable a los ataques enemigos. La información sería troceada y transmitida a través de enlaces redundantes. Baran se convirtió así en uno de los padres de Internet, que, como otros grandes inventos, no nació para cumplir un sueño, sino para evitar una pesadilla.

El origen de Internet nos ayuda a entender las amenazas que ahora viajan a toda velocidad por sus venas. Su ventaja, la descentralización, es una debilidad frente a virus como Wannacry y Petya. La seguridad, que no era una prioridad para los fundadores de la Red, es la obsesión de sus sucesores. El Internet de las Cosas permitirá que casi todo, del coche al frigorífico, pueda transformarse en un zombi al servicio de hackers.

Con todo el dinero del planeta circulando por la Red, los delincuentes tienen todos los incentivos del mundo para encontrar agujeros en las comunicaciones entre particulares y empresas. Y éstas, sometidas a una fuerte competitividad, sacrifican la prudencia en aras del crecimiento.

Frente a ese cortoplacismo social, nuestras miradas se dirigen a los Gobiernos. Pero no olvidemos su largo historial de miopía. Por ejemplo, agentes americanos vetaron, alegando motivos de defensa nacional, los sistemas de encriptación que hubieran hecho Internet más segura desde un principio.

Gracias a Internet, ya no tenemos miedo a vivir incomunicados, como en The Walking Dead. Pero a cambio de estar permanentemente rodeados de potenciales zombis.

Ver información original al respecto en Fuente: https://elpais.com/elpais/2017/07/03/opinion/1499094126_002348.html
@VictorLapuente

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