Infección de miles de Macintosh desde una revista de informática
Existe la leyenda urbana de que los Mac son inmunes a todo tipo de ‘malware’. “Pues a los Mac no les entran virus” es la frase que a todos nos ha dicho algún amigo fan de los ordenadores de Apple, tratando de dejar clara la superioridad de su aparato respecto a nuestro siempre fiel PC. Y, en realidad, es en parte una leyenda urbana. Es cierto que la probabilidad de ver un Mac infectado por un ‘software’ malicioso es, por varias razones, menor que en el caso de Windows, pero, en resumen: ¿los Mac pueden sufrir un ataque? Sí, sí y sí.
to a comienzos de 1982 por Joe Dellinger, un estudiante de la Universidad de Texas que se embarcó en su desarrollo por el simple placer de investigar. Le costó tres intentos (Virus I, Virus II y Virus III) crear un ‘software’ malicioso que ocupara poco espacio. Se trataba de un experimento de laboratorio, nada más. Dellinger no tenía intención de infectar otros ordenadores.
Pero ese mismo año nació también el primer virus que sí afectó a otros ordenadores y que sí había sido concebido con esa pretensión, no como un ensayo. Se trata del Elk Cloner. Escrito en 1982 por un chaval de 15 años utilizando un Apple II, se almacenaba en el sector de inicio de los disquetes de 360 kB y se quedaba en la memoria del ordenador una vez que se extraía el disco. El virus no hacía nada hasta que el sistema se arrancaba cincuenta veces. En el quincuagésimo arranque aparecía en la pantalla el siguiente poema:
Elk Cloner: The program with a personality
It will get on all your disks
It will infiltrate your chips
Yes it’s Cloner!
It will stick to you like glue
It will modify RAM too
Send in the Cloner!
TRADUCCIÓN A LA LENGUA DE CERVANTES:
Elk Cloner: El programa con personalidad
Obtendrá todos tus discos
se meterá en tus chips
¡Sí, es Cloner!
Se pegará a ti como pegamento
modificará también tu RAM
¡Pasa el Cloner!
Aunque el virus no fue engendrado para hacer daño a los ordenadores contagiados, el archivo podía llegar a corromper discos al copiarse sobre cualquier archivo, sin importarle cuál. Su creador, el precoz Rich Skrenta – que años más tarde crearía el buscador blekko -, era un pequeño bribón. Solía compartir juegos con sus amigos, pero los modificaba de tal forma que, tras un número determinado de partidas, el juego fallaba y aparecía algún mensaje “gracioso” en la pantalla. De esta idea surgió Elk Cloner, que terminó afectando a un gran número de conocidos de Skrenta, incluida su profesora de matemáticas.
El virus de la paz
Cinco años más tarde nacería el primer virus que infectó de forma masiva equipos Macintosh. Lo más curioso de este ‘malware’, conocido como MacMag, es que fue desarrollado con la intención de transmitir a todo el mundo un mensaje de paz – a todo el mundo que tuviera un Mac, claro -. Lo que pasa es que, finalmente, se le fue de las manos a su creador, Richard Brandow.
Brandow era editor jefe de una publicación canadiense especializada en los productos de la manzana, la revista MacMag – de ahí el nombre del virus. Pero no, no se trataba de un experimento periodístico para después publicar un reportaje en la revista.
El plan de Brandow tuvo el siguiente recorrido: a finales de 1987 se lanzó el virus, que se contagiaba a cualquier disco que estuviera en contacto con el sistema infectado. Durante meses, el virus siguió reproduciéndose sin ninguna consecuencia.
El 2 de marzo de 1988, coincidiendo con el primer cumpleaños del Macintosh II, finalizó la infección de equipos y dio comienzo la segunda fase: el virus hizo aparecer en la pantalla de cada Mac afectado un mensaje empalagoso (y un poco publicitario).
“RICHARD BRANDOW, publisher of MacMag, and its entire staff would like to take this opportunity to convey their UNIVERSAL MESSAGE OF PEACE to all Macintosh users around the world”
TRADUCCIÓN A LA LENGUA DE CERVANTES:
“RICHARD BRANDOW, editor de MacMag, y el equipo de la revista al completo, quieren aprovechar esta oportunidad para llevar su MENSAJE UNIVERSAL DE PAZ a todos los usuarios de Macintosh alrededor del mundo”
De ahí que el ‘software’ también sea conocido como ‘virus de la paz’ (‘Peace Virus’). Enternecedor, ¿verdad? Para nada. Si aún no has caído en la cuenta de que lo único que buscaba Brandow era lanzar una campaña de ‘spam’ disfrazada de virus informático, lo que viene a continuación te mostrará las devastadoras consecuencias del mensaje de “paz universal” creado por MacMag.
Brandow, que se mostraba orgulloso de su idea, cuenta cómo distribuyó el ‘malware’ infectando tan solo dos ordenadores de la redacción de la revista – que tenía una tirada de 40.000 ejemplares. Desde estas “semillas”, el virus fue infectando ordenadores hasta llegar a los Macintosh de la compañía Aldus, especializada en el desarrollo de ‘software’ para los equipos de la manzana mordida.
Lo que para Brandow era una idea genial se convirtió en una verdadera pesadilla para Aldus. La empresa estaba preparando el lanzamiento de su primera versión de FreeHand, el programa de diseño gráfico que luego distribuiría Macromedia (y que Adobe cambiaría por Illustrator), con tan mala suerte que los discos que se estaban grabando para ser vendidos fueron copiados con el virus.
La situación ya era grave, pero tenía visos de convertirse en catastrófica. Y así fue. El código del virus no era perfecto y contenía algunos errores que afectaban a la estabilidad del sistema y hacía que se ‘colgara’. El panorama no podía ser peor: todo comprador de FreeHand 1.0 se encontraba con un virus en su ordenador que, el día 2 de marzo, le mostraba un extraño mensaje semipublicitario y, además, congelaba su sistema operativo.
Milagrosa – e incomprensiblemente – Aldus no demandó a la revista MacMag, a pesar de tener que retirar los discos infectados del mercado. Por su parte, el orgulloso editor jefe de la revista consiguió la notoriedad que al parecer buscaba. Además de poner el nombre de la revista en la pantalla de un buen número de lectores potenciales – aunque quizás desde ese momento no verían con muy buenos ojos la publicación -, él se convirtió en el experto informático de referencia de un famoso programa de radio de la CBC canadiense. Por supuesto, el virus de Brandow no tuvo los efectos buscados en lo que a paz se refiere. No se puede tener todo.
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