El fundador de WikiLeaks afronta mañana el juicio de extradición a Suecia por delitos sexuales
Culebrón judicial de Assange, capítulo 5. El fundador de WikiLeaks abandona durante dos días su retiro de la nevada mansión de Norfolk para afrontar un nuevo asalto de su batalla legal en juzgados británicos.
Julian Assange en la finca de Bungay (Norfolk, Reino Unido), en diciembre de 2010.- BERNARDO PÉREZ
“Los supuestos episodios de violación y acoso sexual no serían tales bajo legislación británica”, dice la abogada Robinson
Extradición, o no extradición. Esa es la cuestión.
Julian Assange se presenta mañana y pasado mañana ante la Corte Real de Justica de Woolwich, a 45 minutos del centro de Londres, para resistirse a ser extraditado a Suecia, país que le reclama por presuntos delitos de carácter sexual. No lo tiene fácil: la mayoría de las órdenes de arresto internacional acaban con el reclamado ante la justicia del país que le reclama, según fuentes cercanas a Assange.
El contenido de un mensaje sms en el que una de las dos mujeres que denunciaron a Assange escribe, no se sabe bien en qué tono, sobre una venganza y una exclusiva periodística, es uno de los puntos pendientes de aclaración. Será uno de los temas a analizar en el juicio contra Assange, si este se llega a celebrar, en territorio sueco; porque mañana no es una vista sobre los hechos propiamente dichos, es una vista sobre su extradición. Pero algunas de las pruebas estarán sobre la mesa. La vida personal del fundador de WikiLeaks interfiere de nuevo en su labor de difusión de filtraciones.
La defensa intentará buscar los puntos flacos del requerimiento emitido por Marianne Ny, la fiscal sueca que reclama que Assange acuda a declarar a Estocolmo. Intentarán demostrar que lo que Suecia considera un delito no lo sería en suelo británico; argumento éste que no comparte en absoluto Claes Borgström, el defensor de las dos mujeres suecas. Para mañana y pasado se espera que vayan apareciendo algunas de las pruebas que justifican la reclamación de las autoridades suecas para que Assange declare. Se prevé que emerjan algunos detalles de lo que pasó en Estocolmo entre los días 14 y 18 de agosto pasado, los cinco días en que a Assange se le complicó la vida sobremanera.
Con los datos que hay hasta ahora sobre la mesa, esta sería la reconstrucción de lo acontecido en aquellos días. El editor australiano viaja el viernes 11 de agosto a Estocolmo para participar en unas conferencias organizadas por Miss A., una de las demandantes. Según la declaración de esta mujer a la policía, a la que el periódico The Guardian tuvo acceso hace un mes, Miss A. organizó el viaje de Assange y le cedió su piso porque tenía previsto estar fuera de casa en esos días.
Regresó más pronto de lo previsto, el 13 de agosto, y se fueron a comer juntos. Al volver a casa, tomaron un té, y fue entonces cuando Assange supuestamente lanzó su primera ofensiva: intentó arrancarle la ropa y le rompió el collar. Según el testimonio de la mujer, tuvieron relaciones sexuales con preservativo, pero Assange “hizo algo” con este, de modo que se rompió. En su posterior declaración a la policía en Estocolmo, Assange asumió haber tenido relaciones sexuales con Miss A. y dijo que siguieron durmiendo juntos durante una semana sin que ella mencionara en ningún momento el asunto del condón roto.
Este episodio fundamenta el primer cargo contra Assange, el de coerción ilegal: Miss A. argumenta que el australiano utilizó el peso de su cuerpo para inmovilizarla con intención sexual. También denunció que le obligó a practicar sexo sin preservativo en contra de su expreso deseo, motivo por el que se le acusa de acoso sexual, el segundo cargo en su contra.
El sábado 14 de agosto fue el día de la conferencia en el seminario organizado por Miss A. Acudió a la cita Miss W. Por la tarde, Assange y Miss W. se fueron al cine, donde mantuvieron un primer escarceo. Por la noche, Miss A. organizó una fiesta en su apartamento, a la que Assange acudió.
El lunes 16, Miss W. llamó a Assange para quedar con él por la noche, según declaró a la policía. Fueron al apartamento de ella en Enkoping, cerca de Estocolmo. Durante la noche mantuvieron relaciones sexuales con preservativo, a pesar de las reticencias iniciales del australiano. Pero a la mañana siguiente Miss W. se despertó al notar que el australiano estaba manteniendo relaciones sexuales con ella. Le preguntó si se había puesto condón, él respondió que no. “Espero que no tengas el HIV”, le dijo. “Por supuesto que no”, respondió Assange. No siguió convenciendo a Assange de que se pusiera un preservativo porque en esas llevaban toda la noche. Era la primera vez que la chica mantenía relaciones sin protección, según declaró a la policía.
Este es el episodio en que se basa el tercer cargo contra Assange, tal vez el más complicado para la defensa del australiano. Miss W. le acusa de haber mantenido relaciones sexuales con ella sin preservativo y mientras ella dormía. La defensa de Assange sostiene que las relaciones con Miss W. fueron iniciativa de la chica. Y añaden que en un mensaje de texto que Miss W. envió no hablaba de violación y decía que estaba “medio dormida”, no dormida.
Miss W. reflejó en el atestado policial que, al día siguiente del incidente, compró la píldora del día siguiente y se hizo una prueba de enfermedades de transmisión sexual.
Assange siguió durmiendo unos días en el apartamento de Miss A., que denunció haber sido víctima de un nuevo ataque por parte del cerebro de WikiLeaks. Se produjo el 18 de agosto. En esta ocasión, la mujer asegura que sufrió el acoso de Assange “de una manera dirigida a violar su integridad sexual”.
El día 20, Miss W. se puso en contacto con Miss A. para localizar a Assange. “Fue entonces cuando se dieron cuenta de que habían sufrido experiencias muy similares con Assange”, dice el abogado Borgström. Ambas decidieron acudir a la policía para “pedir consejo”, cuenta el letrado. “Ellas no sabían en ese momento que eso podía derivar en un proceso judicial. Lo único que querían es conseguir que Assange se hiciera una prueba del VIH”, sostiene este abogado con una larga experiencia en este tipo de casos en el país escandinavo.
Pero la policía les dijo que no podían ceñirse simplemente a la petición de una prueba a Assange: pasaron sus declaraciones a la fiscalía. Esa misma noche, la historia era filtrada al diario sueco Expressen.
Jennifer Robinson, abogada de Assange, sostiene que existen unos mensajes de móvil que demostrarán que Miss W. buscaba sacar tajada del episodio. En ellos se hablaba de la posibilidad de acudir al diario Expressen para cobrar por la exclusiva. Se hablaba de venganza. El abogado sueco lo niega tajantemente. “Ese mensaje no era más que un chiste, bromeaban sobre cómo se podría sacar dinero de semejante historia. Ninguna de las dos buscó nunca conseguir dinero con esto”, afirma.
“Para mí no existe duda de que lo que las dos mujeres han contado constituye un delito”, sostiene el letrado sueco. “Otra cosa es que, una vez extraditado Assange, la fiscalía consiga probar, más allá de toda duda razonable, que hay indicios suficientes como para abrir una causa. Podría haber un problema en cuanto a pruebas. Pero de lo que no me queda duda es de que Assange cometió un delito con ambas. Y lo que ha hecho, si se demuestra que lo hizo, es un delito en cualquier país europeo”.
Los abogados de Assange, por su parte, sostienen que la extradicción a Suecia será solo un paso intermedio para extraditarlo más adelante a Estados Unidos, donde el fiscal general del Estado, Eric Holder, intenta construir un caso de espionaje contra el exhacker australiano.
Los defensores de Assange sostienen que Marianne Ny, la fiscal sueca, sigue adelante con el caso porque le sirve para ejemplarizar y para dar una vuelta de tuerca más en la cobertura que la legislación sueca ofrece a las mujeres en casos como este. Los partidarios del fundador de WikiLeaks arguyen que existe una coincidencia en los objetivos de Ny y Borgström: ambos quieren instrumentalizar el caso. “La fiscal Marianne Ny tiene pruebas que socavan el proceso”, dice Robinson en conversación telefónica desde Londres. “Pero a pesar de ello, sigue adelante”, añade. “Los supuestos episodios de violación y acoso sexual no serían tales bajo la legislación británica”.
[Enlace Retirado]
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