La verdadera historia de los robos con Facebook

Jeff Jarvis analiza la publicación de informaciones que apuntaban a una oleada de robos con Facebook. Jarvis desmiente esta noticia y critica el recorrido que tuvo en medios de comunicación de todo el mundo sin que nadie se planteará su veracidad. Señala que la red social no tiene problemas de seguridad y circunscribe la polémica al círculo de amigos que cada uno tiene en Facebook y que, como la vida misma, a veces no son de fiar. Añade que la confianza de los usuarios en estas plataformas es fundamental para su devenir.
  JEFF JARVIS / Buzzmachine

He hecho un poquito de investigación para saber la verdadera historia detrás de las informaciones sobre una oleada de robos con Facebook, en los que supuestamente uno de sus servicios (ocurrió justo después del lanzamiento de Places) se usó para identificar a víctimas que estaban de vacaciones. Le mandé un e-mail al detective Dan Archambault, en Nashua (New Hampshire, EE UU), quien me dijo que tan solo en dos de los casos se utilizó Facebook, y en ambos “uno o dos de los sospechosos eran amigos en Facebook de los respectivos propietarios de las casas. Básicamente tenían acceso a sus muros y pudieron leer que las familias estaban lejos, de vacaciones. La información sólo estaba disponible para los amigos, y la aplicación de Facebook Places NO formaba parte de eso. Finalmente, mi consejo a los usuarios de Facebook es que elijan cuidadosamente a sus amigos y que tengan cuidado con lo que publican”.

Y mi consejo es que no creáis todo lo que leéis. Porque esto no fue un caso de un criminal que utilizaba Facebook para encontrar cualquier víctima al azar. La cobertura de la noticia daba a entender que todos nosotros (los 500 millones) estamos en peligro por ser tan idiotas como para hacernos públicos en Facebook, y por hacernos vulnerables a cualquier delincuente que ronde por ahí. No; lo idiota es hacer los amigos equivocados. Siempre ha sido así, y lo sigue siendo.

También contacté con Facebook, y una persona de relaciones públicas me dio unos consejos para utilizar el servicio de manera inteligente: “Yo recomendaría crear una lista de amigos para separar a las personas en las que realmente confías de las demás. Después, utilizar el control de privacidad para gestionar las actualizaciones de estatus y enviarlas a los grupos apropiados (y solo a estos). Creo que realmente tiene sentido decirle a través de Facebook a la gente en la que confías que te has ido de vacaciones, tal y como harías en la vida real. Así, ellos pueden vigilarte la casa, dar de comer al gato, etc. En cuanto a los demás, si no les dirías en persona que vas a dejar la ciudad, quizás tampoco deberías de usar Facebook para decírselo. Como siempre, recomendamos a la gente que solo acepte peticiones de amistad de gente que conoce realmente”.

Todo muy sensato.

Ojalá las cosas fuesen tan simples para Google, en donde según Gawker un ingeniero utilizó su acceso privilegiado a las bases de datos de la compañía para acosar a adolescentes. Google le ha despedido. Pero el daño está hecho. Hablamos sobre este caso en el “This Week in Google” de esta semana, y tal y como dijeron Leo Laporte y Gina Trapani, para que los sistemas funcionen siempre habrá alguien con acceso a los datos. Por supuesto, se debe de confiar en esa persona. Pero tal y como revela este caso, nunca sabes en quién puedes confiar. Así que la compañía deberá de idear sistemas para afirmar esa confianza. ¿Debería de haber equipos que operen juntos con medidas de seguridad para acceder a los datos? Decidme qué funcionaría.

La conclusión es que para ambas compañías la confianza es esencial, y casos como estos pueden arruinar esa confianza y arruinar a las empresas si no podemos contar con ellas. En el primer caso, los medios magnificaron la historia para lograr un mayor efecto. En el segundo, se reveló una vulnerabilidad peligrosa.

: ADEMÁS: Como profesor de periodismo, supongo que debería de apuntar la lección sobre reporterismo que se saca de esto.

Cuando saltó la historia de Facebook, se trataba de una información mal hecha, que se repitió y se diluyó. Leí toda una serie de informaciones y acabé remitiéndome al periódico de Nashua en un intento de encontrar respuestas a preguntas básicas. Nada.

Para cualquiera que sepa lo mínimo sobre Facebook (es decir, cualquier periodista que lo utilice), las informaciones publicadas generaban preguntas obvias. Así que contacté con Facebook, que me facilitó el correo electrónico del detective, y le pregunté: ¿cómo utilizó Facebook el acusado? ¿En cuantos casos? ¿Eran amigos (es decir, conectados a través de Facebook) de cualquiera de las otras víctimas? Facebook me dice que la aplicación de Places no tiene nada que ver, ¿es cierto? Finalmente ¿qué consejos daría usted a los usuarios de Facebook? Y otras preguntas más detalladas sobre la manera en que las víctimas usaban Facebook.

El detective me dijo que se trata de una investigación todavía en marcha, así que había límites a lo que me podía decir. Pero, tal y como se puede ver, me contestó las preguntas esenciales y obvias que los periodistas y editores deberían de haber hecho antes. Y si no tenían las respuestas, lo tenían que haber dicho. Últimamente digo que la habilidad clave de los periodistas no va a ser tanto decir lo que sabemos, sino decir lo que no sabemos. Esa es una habilidad clave en el periodismo.

Pero a lo largo de toda la cadena nadie quiso arruinar una buena historia: “¡USA FACEBOOK Y TE ROBARÁN!” Es mucho más divertido ¿verdad? Si se hace periodismo se le quita toda la gracia.
 Fuente

Comentario:
Sí bien es fácil fiarse de lo primero que se lee, es conveniente contrastar las noticias con mas de una Fuente, si es posible, cosa que hacemos en lo posible, si bien no llegamos a la persistencia del autor del artículo, JEFF JARVIS, quien además de profesor de periodismo, demuestra ser de los buenos !

saludos

ms, 27-9-2010

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