El ‘tsunami’ Wikileaks
La publicación de los documentos de la diplomacia norteamericana muestra la necesidad de un periodismo experimentado. Algunos lectores plantean dudas metodológicas
Dos semanas después de haberse publicado los primeros documentos confidenciales del Departamento de Estado norteamericano, el asunto se ha convertido en un gran tsunami informativo cuyas últimas consecuencias estamos aún lejos de poder calibrar. La publicación simultánea del contenido de los documentos facilitados por Wikileaks en cinco grandes medios de referencia en el mundo, entre ellos EL PAÍS, ha abierto un gran debate que no ha dejado indiferentes a los lectores de este diario. Algunos de ellos, como Peter Harvey, para expresar su total oposición a la publicación de estos documentos. Otros, como Félix Díaz Sacristán, por considerar desmesurado el tratamiento que se le ha dado. A Francisco G. González le parece “excelente destapar acciones ilícitas o aspectos oscuros de la política nacional o internacional, pero no que se eleven a la categoría de titular frases o datos de conversaciones privadas que no han sido contrastadas”. Otros alertan sobre los efectos colaterales que la información puede tener en la imagen de algunas personas. El periodista chileno Pedro Armendáriz cita el caso de la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, a cuyo descrédito cree que contribuye además la foto elegida por este diario para ilustrar la información.
EL PAÍS ha dado ya respuesta a muchas de las objeciones y dudas . Las cinco cabeceras que participaron en esta exclusiva mundial -The New York Times, The Guardian, Le Monde, Der Spiegel y EL PAÍS- publicaron una nota editorial sobre las razones de su decisión. El director de EL PAÍS, Javier Moreno, respondió también a las preguntas que le formularon los lectores , y otros responsables y analistas del diario han abordado estas cuestiones, entre ellos Soledad Gallego-Díaz , que fue Defensora del Lector, y el director adjunto Lluís Bassets .
Lo que piense o haga la diplomacia de la potencia que aspira a ejercer un papel hegemónico en el tablero mundial es siempre noticia. También lo es, en mi opinión, la falta de concordancia entre la política oficial y la real, entre lo que algunos políticos dicen que hacen y lo que hacen realmente. Pero si además esos cables contienen información sobre injerencias, presiones, acuerdos secretos y actuaciones cuestionables en asuntos que han ocupado portadas de diarios y telediarios, el interés público del asunto está fuera de toda duda. Resulta sobrecogedor comprobar que en la mayoría de los asuntos desvelados, incluso con los sesgos de subjetividad e interés de parte, la versión confidencial de los hechos se acerca más a la verdad que su versión oficial. Lo que la filtración de Wikileaks ha mostrado es que el rey está desnudo y la imagen de su desnudez vuela por el ciberespacio sin que nadie lo pueda ya cubrir. A partir de ahora, todos saben que todo lo que hagan o digan puede un día ser del dominio público en toda su desnudez.
Un nuevo escenario emerge ante nosotros. Es difícil calibrar cómo evolucionará, pero lo que el tsunami Wikileaks ha dejado claro es la necesidad de un periodismo responsable, solvente y riguroso. En este mundo complejo y acelerado, no basta con tener acceso al material en bruto. Ese material necesita del trabajo de periodistas bien formados, capaces de contrastar, contextualizar y valorar, desde la experiencia profesional, los datos y las versiones. Y una evidencia: no por atacar al mensajero, la verdad será menos verdad. Lo que crea desconfianza no es la revelación, sino lo revelado. Articulo de MILAGROS PÉREZ OLIVA
[Enlace Retirado]
Comentario:
Sin ánimo de entrar en defender la publicación de documentos secretos, lo que está claro es que gracias a ello se nos han aclarado puntos oscuros que permiten sea mas comprensibles algunos acontecimientos y reacciones de la gente involucrada en los hechos.
saludos
ms, 14-12-2010
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